El Fenómeno Masiá
Al abrir el periódico local mientras bebo mi café con leche, leo en la sección de Opinión, un artículo infecto de Juan Masiá Clavel, SJ., titulado Enlace y Desenlace de la Pareja. El caso de este jesuita, que se hace llamar "especialista en bioética", es sintomático de la actual situación penosa en la Iglesia Católica. Será muy listo y tendrá cuatro o cinco carreras universitarias, pero desde luego la bioética que suelta este señor en las páginas de los múltiples periódicos propiedad del grupo Vocento, es todo menos católica.
El Padre Masiá, entre otras cosas, comenta lo siguiente:
En el caso de una unión celebrada religiosamente, la iglesia [sin mayúscula] que antes acompañó a los esposos en su enlace, atestiguando su promesa [no sus votos] con la bendición divina para animarles a cumplirla [la gracia santificante se reduce así a tener buenas intenciones], puede y debe ahora, cuando se ha producido el desenlace, acompañarles desde la fe para sanar, si las hubiera, las heridas que haya dejado la separación y apoyar igualmente desde la fe a quienes emprenden el camino de rehacer su vida.
En otras palabras, hay que bendecir a los que traicionan sus votos sagrados de matrimonio, al juntarse con personas que no son sus legítimos esposos. No explica el P. Masiá cómo es posible "rehacer su vida", un eufemismo modernista que quiere decir vivir en adulterio, desde la fe, cuando de lo que se trata es precisamente actuar en contra de la fe. Pero no hace falta que haga ahora una exposición sobre la doctrina cristiana del matrimonio. Doctores tiene la Iglesia. Está todo escrito en blanco y negro, desde el Nuevo Testamento hasta el Catecismo de 1992. Lo que me interesa es reflexionar sobre el "fenómeno Masiá".
Este es el mismo Masiá que, cuando hace años estalló la controversia sobre quitar los crucifijos de los colegios y hospitales públicos, dijo que en la universidad jesuita donde enseñaba en Japón los había quitado todos, porque el crucifijo no era culturalmente relevante para los japoneses. Con esta anécdota nos hacemos una idea del espíritu misionero que mueve al P. Masiá, un dignísimo sucesor de San Francisco Javier. Vamos, me imagino perfectamente al santo patrón de las misiones, escondiendo su crucifijo porque no era "culturalmente relevante" para los paganos japoneses del siglo XVI. Espera, ¿qué fue lo que dijo el Apóstol de las Gentes, San Pablo? Nosotros predicamos a Cristo crucificado; escándalo para los judíos, locura para los gentiles. (1 Corintios 1:23) No sé lo que predica el P. Masiá, pero evidentemente no es a Cristo crucificado.
A este jesuita le he seguido algo la pista. Entre café y café, he tenido la desfortuna de leer como este "especialista en bioética" justificaba el aborto, la eugenesia, los métodos anticonceptivos, la sodomía, y prácticamente cada pecado imaginable relacionado con la bioética. En su caso se confirma el dicho popular: dime de lo que presumes y te diré de lo que careces, porque si este hombre es un referente en la bioética, también lo es Pol Pot en el campo de la filantropía.
El escándalo no es tanto que un religioso disidente vomite todo tipo de mentiras y herejías en un medio de comunicación. Es bastante más escandalosa la falta de reacción de sus superiores y de Roma. Recuerdo que cuando hace años hablé a mi confesor de este individuo y de las barbaridades que escribía, me dijo el sacerdote que este señor ya tenía "problemas" con varios obispos. Sí, ya veo. A dos meses de su jubilación en la Universidad Pontificia de Comillas le echaron de su cátedra. ¡Qué terrible sanción! Este hombre aparentemente tiene "problemas" desde hace años, y sus superiores le han "desautorizado", pero dichos problemas no le impiden seguir escribiendo lo que le viene en gana, ni le afectan para nada en su condición de religioso y sacerdote. A unos cuantos sacerdotes tradicionalistas les encantaría tener el tipo de "problemas" que tiene el P. Masiá. Estoy pensando particularmente en el P. Santiago González de Adelante la Fe, que ha sido silenciado por Monseñor Asenjo, Arzobispo de Sevilla, no por falsear la moral y la doctrina católica, como lo hace a diario el P. Masiá, sino simplemente por predicar la Verdad.
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El Padre Masiá, entre otras cosas, comenta lo siguiente:
En el caso de una unión celebrada religiosamente, la iglesia [sin mayúscula] que antes acompañó a los esposos en su enlace, atestiguando su promesa [no sus votos] con la bendición divina para animarles a cumplirla [la gracia santificante se reduce así a tener buenas intenciones], puede y debe ahora, cuando se ha producido el desenlace, acompañarles desde la fe para sanar, si las hubiera, las heridas que haya dejado la separación y apoyar igualmente desde la fe a quienes emprenden el camino de rehacer su vida.
En otras palabras, hay que bendecir a los que traicionan sus votos sagrados de matrimonio, al juntarse con personas que no son sus legítimos esposos. No explica el P. Masiá cómo es posible "rehacer su vida", un eufemismo modernista que quiere decir vivir en adulterio, desde la fe, cuando de lo que se trata es precisamente actuar en contra de la fe. Pero no hace falta que haga ahora una exposición sobre la doctrina cristiana del matrimonio. Doctores tiene la Iglesia. Está todo escrito en blanco y negro, desde el Nuevo Testamento hasta el Catecismo de 1992. Lo que me interesa es reflexionar sobre el "fenómeno Masiá".
Este es el mismo Masiá que, cuando hace años estalló la controversia sobre quitar los crucifijos de los colegios y hospitales públicos, dijo que en la universidad jesuita donde enseñaba en Japón los había quitado todos, porque el crucifijo no era culturalmente relevante para los japoneses. Con esta anécdota nos hacemos una idea del espíritu misionero que mueve al P. Masiá, un dignísimo sucesor de San Francisco Javier. Vamos, me imagino perfectamente al santo patrón de las misiones, escondiendo su crucifijo porque no era "culturalmente relevante" para los paganos japoneses del siglo XVI. Espera, ¿qué fue lo que dijo el Apóstol de las Gentes, San Pablo? Nosotros predicamos a Cristo crucificado; escándalo para los judíos, locura para los gentiles. (1 Corintios 1:23) No sé lo que predica el P. Masiá, pero evidentemente no es a Cristo crucificado.
A este jesuita le he seguido algo la pista. Entre café y café, he tenido la desfortuna de leer como este "especialista en bioética" justificaba el aborto, la eugenesia, los métodos anticonceptivos, la sodomía, y prácticamente cada pecado imaginable relacionado con la bioética. En su caso se confirma el dicho popular: dime de lo que presumes y te diré de lo que careces, porque si este hombre es un referente en la bioética, también lo es Pol Pot en el campo de la filantropía.
El escándalo no es tanto que un religioso disidente vomite todo tipo de mentiras y herejías en un medio de comunicación. Es bastante más escandalosa la falta de reacción de sus superiores y de Roma. Recuerdo que cuando hace años hablé a mi confesor de este individuo y de las barbaridades que escribía, me dijo el sacerdote que este señor ya tenía "problemas" con varios obispos. Sí, ya veo. A dos meses de su jubilación en la Universidad Pontificia de Comillas le echaron de su cátedra. ¡Qué terrible sanción! Este hombre aparentemente tiene "problemas" desde hace años, y sus superiores le han "desautorizado", pero dichos problemas no le impiden seguir escribiendo lo que le viene en gana, ni le afectan para nada en su condición de religioso y sacerdote. A unos cuantos sacerdotes tradicionalistas les encantaría tener el tipo de "problemas" que tiene el P. Masiá. Estoy pensando particularmente en el P. Santiago González de Adelante la Fe, que ha sido silenciado por Monseñor Asenjo, Arzobispo de Sevilla, no por falsear la moral y la doctrina católica, como lo hace a diario el P. Masiá, sino simplemente por predicar la Verdad.
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