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La Vida Eterna. Tiempo de Cuaresma - E.S. Marino Restrepo.

18 Y toda ella es obra de Dios, el cual nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo , y a nosotros nos ha confiado el ministerio de la reconciliación. 19 Porque Dios era el que reconciliaba consigo al mundo en Jesucristo, no imputándoles a ellos sus delitos, y él es el que nos ha encargado a nosotros predicar la reconciliación. 20 Somos, pues, como unos embajadores en nombre de Cristo , y es Dios mismo el que nos exhorta por boca nuestra. Os rogamos, pues, encarecidamente en nombre de Cristo , que os reconciliéis con Dios. 21 El cual por amor de nosotros ha tratado a aquel que no conocía al pecado, como si hubiese sido el pecado mismo, con el fin de que nosotros viniésemos a ser en él justos con la justicia de Dios. 2 Corintios 5, 18-21

13 Mas yo entretanto, Señor, dirigía a ti mi oración. Este es, decía, ¡oh Dios mío!, el tiempo de reconciliación. Oyeme benigno según la grandeza de tu misericordia, conforme a tu promesa fiel de salvarme.
14 Sácame del cieno, para que no quede yo atascado en él; líbrame de aquellos que me aborrecen y del profundo de las aguas.
15 No me anegue esta tempestad, ni me trague el abismo del mar, ni el pozo cierre sobre mí su boca.
16 Oyeme, Señor, ya que tan benéfica es tu misericordia; vuelve hacia mí tus ojos según la grandeza de tu piedad.
17 Y no pierdas de vista a tu siervo; oye presto mis súplicas, porque me veo atribulado.
18 Mira por mi alma y líbrala; sácame a salvo por razón de mis enemigos.
19 Bien ves los oprobios que sufro, y mi confusión, y la ignominia mía.
20 Tienes ante tus ojos todos los que me atormentan; improperios y miserias aguarda siempre mi corazón. Esperé que alguno se condoliese de mí, mas nadie lo hizo; o quien me consolase, y no hallé quien lo hiciese.
21 Me presentaron hiel para alimento mío, y en medio de mi sed me dieron a beber vinagre.
22 En justo pago se les convierta su mesa en lazo de perdición y ruina.
23 Oscurece sus ojos para que no vean; y tráelos siempre agobiados.
24 Derrama sobre ellos tu ira, y que los alcance el furor de tu cólera.
25 Quede hecha un desierto su morada, y no haya quien habite en sus tiendas,
26 ya que han perseguido a aquel que tú habías herido, y aumentaron más y más el dolor de mis llagas.
27 Tú permitirás que añadan pecados a pecados, y no acierten con tu justicia.
28 Raídos sean del libro de los vivientes, y no queden escritos en el libro de los Justos.
29 Yo soy un miserable y lleno de dolores; mas tú, oh Dios mío, me has salvado.
30 Alabaré con cánticos el nombre de Dios, y le ensalzaré con acciones de gracias,
31 lo que será más grato a Dios que si le inmolara un ternerillo cuando le comienzan a salir las astas y las pezuñas.
32 Que vean esto los pobres, y se consuelen. Buscad, pues, a Dios, y revivirá vuestro espíritu,
33 puesto que el Señor oyó a los pobres, y no olvidó a los que están por él en cadenas.
34 Que lo alaben los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos se mueve.
35 Porque Dios salvará a Sión, y las ciudades de Judá serán reedificadas; y establecerán allí su morada, y las adquirirán como herencia.
36 Y los descendientes de sus fieles siervos las poseerán; y en ellas tendrán su morada aquellos que aman su santo Nombre. Salmo 69, 13-36