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Compañeros de alcoba. De la serie Enigma (Insight) "El reencuentro del hombre de hoy consigo mismo, con la libertad y el amor. ", Martin Sheen y Pamela Murphy. Normalmente, a los que tienen vocación …Más
Compañeros de alcoba.

De la serie Enigma (Insight) "El reencuentro del hombre de hoy consigo mismo, con la libertad y el amor. ", Martin Sheen y Pamela Murphy.

Normalmente, a los que tienen vocación matrimonial, un día les sobreviene el "flechazo". Entonces, la masculinidad del chico y la feminidad de la chica, se descubren de un modo nuevo, asombrosamente gozoso. El primer verdadero amor -más o menos, el flechazo-, es ciertamente un descubrimiento deslumbrante, el primer contacto consciente y agudo con la belleza de la Creación, transfigurada a la luz del amor. Es algo, que bien pensado, no puede ser más que un regalo de Dios y que a Él conduce: "Hoy la he visto, la he visto y me ha mirado: ¡hoy creo en Dios!". Lógico. Normal.

Pero es preciso no olvidar que todo lo humano ha sido afectado de algún modo por aquel pecado de origen, que explica el doble lado de todo acontecimiento histórico: inseparablemente, junto a la "cara", está su "cruz". Y todo lo humano -nos referimos pues, sobre todo, a lo bueno de la vida humana- debe ser salvado, necesita salvación. Y, afortunadamente, Dios lo ha querido salvar: lo ha salvado mediante su Cruz. Y sin cruz no hay salvación, ni puede haber felicidad, ni alegría duradera. Por eso se ha dicho que "la alegría en la tierra tiene sus raíces en forma de cruz”.

El amor humano, limpio y noble, entre un hombre y una mujer, para que siga siendo así y madure, y se ha haga ascua inextinguible, ha de pasar también por la cruz: ha de gozarse en la cruz, desde la cruz. El "color de rosa" que el flechazo extiende sobre todas las cosas, no tarda en perderse de vista. Pero esto no quiere decir que la realidad sea peor de como se ha visto: es mejor, con tal de abrazarla entera, con su cara y con su cruz: la primavera, con el verano, el otoño y el invierno… y la eternidad.

En buena medida, la cruz del noviazgo es el sacrificio de la concupiscencia, que quisiera adelantarse a los acontecimientos y disfrutar de unos frutos que aún no existen. Es, si se quiere hablar así, una cruz, pero también una luz, una luz que impide caer en una gran mentira: la que identifica el amor con la relación genital. Si los novios tienen relaciones materiales de tipo conyugal eliminan la diferencia esencial entre matrimonio y cualquier otra especie de unión. Confunden un estado esencialmente provisional con otro definitivo, al cual no han accedido todavía legítimamente. Cometen un error de funestas consecuencias, que la experiencia, desde Adán, enseña.

Lo más grave, desde luego, es la ofensa a Dios, que ha advertido abundantemente sobre el mal (el daño) que tal comportamiento encierra. Subrayemos esto.
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jahfuentes
Los que cohabitan antes del matrimonio, más insatisfechos y más expuestos al divorcio
El riesgo del «efecto cohabitación» no está en que los convivientes sean menos adeptos al matrimonio y más abiertos al divorcio sino a la convivencia en sí misma.
Actualizado 24 abril 2012