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Autor: | Editorial:



Los signos del Sacramento de la Confirmación















UNIDAD 3 El sacramento de la Confirmación, esperiencia del Espíritu de Jesús

TEMA 11 En el sacramento de la Confirmación, Jesús nos marca con el don del Espíritu Santo
TEMA 12Los signos del sacramento de la Confirmación, presencia de Jesús entre nosotros
TEMA 13 Por la Confirmación Jesús nos dispone a ser testigos del Espíritu de Dios
TEMA 14 CELEBRACIÓN Dios nos regala su Espíritu para que tengamos vida en abundancia


TEMA 12 Los signos del sacramento de la Confirmación, presencia de Jesús entre nosotros

OBJETIVO


Descubrir la riqueza del Sacramento de la Confirmación a través de los signos de su celebración para reconocer en ellos la presencia y acción santificadora del Espíritu Santo en nuestras vidas.

NOTAS PEDAGÓGICAS

El mundo del adolescente es un mundo lleno de signos. Está acostumbrado a leer e interpretar los signos de la vida cotidiana. A su vez, se expresa a través de signos.

El catequista aprovechará dicha situación y la enfocará con claridad y creatividad para darle a conocer y entender los signos de la celebración del sacramento de la Confirmación.

Es preciso traer para la sesión de hoy un Cristo, una Biblia, un cirio y los diferentes tipos de aceites perfumados que encontremos (ungüentos, aceites de oliva, aceites medicinales, etc.), así como pedirle a cada muchacho que traiga una pequeña vela.

VEAMOS

El catequista pide a los muchachos que coloquen a lo largo y ancho del lugar de la sesión las diferentes señales que trajeron.

Les pide que se paseen por el lugar y en silencio observen las diferentes señales.

Luego facilita el diálogo a partir de las siguientes preguntas:

¿Qué nos dicen estos signos o señales cuando los encontramos en la vida? ¿Qué otros signos conoces o utilizas en tu casa, escuela, etc.?
¿Qué signos conoces que se utilicen en las celebraciones de la Iglesia?

PENSEMOS

"Dios habla al hombre a través de la creación visible... La luz y la noche, el viento y el luego, el agua y la tierra, el árbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad" (CIC 1147).

En la vida humana, los signos ocupan un lugar importante. Siendo seres a la vez corporales y espirituales, expresamos y percibimos las realidades espirituales a través de signos materiales (ver CIC 1146).

"La celebración litúrgica comprende signos y símbolos que se refieren a la creación (luz, agua, fuego), a la vida humana (lavar, ungir, partir el pan) y a la historia de la salvación (los ritos de la Pascua). Insertos en el mundo de la fe y asumidos por la fuerza del Espíritu Santo, estos elementos cósmicos, estos ritos humanos, estos gestos del recuerdo de Dios se hacen portadores de la acción salvífica y santificadora de Cristo" (CIC 11 89).

Durante la celebración del sacramento de la Confirmación se entretejen varios signos:

La comunidad cristiana

El primer signo de toda celebración litúrgica es la comunidad cristiana que se retine para que, como testigos de Cristo, manifestar su fe (ver CIC 752, 1140, 832). En la celebración de la Confirmación la comunidad reunida es, sobre todo, de adolescentes y jóvenes dispuestos a renovar su propia vocación y misión como bautizados; los acompañan sus papás, familiares, padrinos, vecinos y responsables de la comunidad cristiana.

Presidida por el Obispo

"Los obispos son los sucesores de los apóstoles y han recibido la plenitud del sacramento del Orden... La administración de este sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a los que la reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo... Aunque el obispo puede, por razones graves, conceder a presbíteros la facultad de administrar el sacramento de la Confirmación" (CTC 1313; ver CIC 1290; CDC 882,884.2).

La renovación Bautismal

"La liturgia del sacramento comienza con la renovación de las promesas del Bautismo y la profesión de fe de los confirmados" (CIC 1298). Este signo es muy especial, pues el único sacramento en que se renueva explícitamente el Bautismo es en el sacramento de la Confirmación, lo que nos indica que éste se encuentra en prolongación del primero. La renovación bautismal tiene dos momentos muy significativos:

Una renuncia en que rechazamos:

al demonio,a sus obras que quitan y debilitan la vida, y a los poderes que en el mundo hacen alianza con las fuerzas de la muerte.

Una profesión en la que confesamos:

Creer en Dios Padre y Creador, en Dios Hijo hecho Hombre para nuestra redención, en Dios Espíritu Santo Señor y Dador de Vida, y, en la Iglesia a la que reconocemos como el gran signo que manifiesta a Cristo en el mundo continuando su misión evangelizadora.

Imposición de manos invocando al Padre la efusión del Espíritu Santo

"El obispo extiende las manos sobre todos los confirmados, gesto que, desde el tiempo de los apóstoles, es el signo del don del Espíritu" (CIC 1299). Esta imposición de manos y la invocación a Dios expresan que el don que van a recibir quienes se confirman, viene de Dios. Es la mejor de las bendiciones, porque se cumple la gran promesa anhelada desde el Antiguo Testamento (ver Jr 3 1, 31-34; Ez 36, 22-32). Estos adolescentes y jóvenes, serán hombres y mujeres que vivan la plenitud de la vida según el Espíritu.

Unción con imposición de la mano

"El sacramento de la Confirmación es conferido por la unción del santo crisma en la frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo" (CIC 1300).

El obispo unge con el santo crisma a cada uno de los que se confirman. Es la forma con que Dios ha señalado a los que El ha elegido para que sean sacerdotes, profetas, reyes y mártires de su pueblo. Este gesto nos habla de la dignidad del confirmando, pero, sobre todo, nos habla de la misión que él recibe en el momento de ser ungido con el crisma. Estamos ante otro Cristo que recibe del Señor la misión de anunciar buenas nuevas a los pobres, liberar a los cautivos, abrir los ojos al ciego y anunciar el tiempo de gracia que Jesús ha inaugurado, en fin, la misión de que toda su vida desprenda "el buen olor de Cristo" (2 Co 2, 15) (ver CIC 1289,1291,695,1294).

El confirmando es marcado en su frente con la cruz de Cristo. "Por medio de esta unción, el confirmando recibe ´la marca´, el sello del Espíritu Santo" (CIC 1 295). "Este sello del Espíritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo" (CIC
1296) (recordar el tema anterior). El adolescente o joven está llamado a tomar su cruz para seguir a Jesús y recibe la fuerza del Espíritu Santo para poder asumir el dolor, el sufrimiento y la misma muerte de su prójimo, para salir vencedor de las pruebas, como Cristo de la cruz.

Mientras el obispo unge la frente con la Cruz del Señor, tiene puesta la palma de su mano sobre la cabeza del confirmando. Señal de que la unción se da para una misión. Es el gesto reservado desde los apóstoles para los envíos. Así, el enviado recibe la misión y la autoridad de quien envía. Quien lo recibe es para la Iglesia un misionero del Señor, un miembro pleno del Cuerpo de Cristo, llamado a transformar la historia de su tiempo (ver CIC 131 3).

El beso de paz

El rito sacramental llega a su fin con un signo cálido y hermoso, de amor paterno, de confianza, de comunión. El obispo besa la mejilla del nuevo confirmado dándole la paz del Señor. Es un signo que "manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles" (CIC 1301). Signo, además, de la relación personal con Cristo, y su Vicario el obispo, en el desempeño de la misión.

La celebración ha terminado. La misión ha comenzado. La Iglesia se llena de alegría porque cuenta con nuevos apóstoles y testigos del Señor. Y, en el mundo, se renueva la esperanza: "el Reino está cerca". Sólo hay que dejarse convertir y adherir al evangelio de Cristo Jesús.

ACTUEMOS

Jesús nos invita a cada uno de nosotros a tomar la cruz y seguirlo, a llevar la buena noticia a todo el mundo, a ser testigos suyos en la Iglesia y el mundo transformando la realidad que vivimos.

Reflexionemos en nuestro interior y elaboremos un compromiso personal:

¿Qué voy a hacer en mi vida para seguir a Cristo Jesús?
¿Con qué actitudes demostraré (en mi familia, en la escuela, con mis amigos) que soy testigo de Cristo?
¿Qué compromiso asumiré para la siguiente semana, iniciando así un camino permanente como testigo de Cristo en la Iglesia y el mundo?

Es recomendable que los muchachos escriban su compromiso en su cuaderno de notas, tanto, para presentarlo en la celebración, como para recordarlo durante la semana.

CELEBREMOS

En una mesa colocamos un Cristo, la Biblia abierta en el pasaje final del evangelio de San Mateo, un cirio encendido y alrededor de todo lo anterior los diversos aceites que trajimos. De ser posible que el lugar se encuentre en penumbras.

El grupo se encuentra disperso y sin orden en el lugar de la sesión. Cada muchacho tiene en su mano una pequeña vela sin encender.

El catequista toma la Biblia y lee en voz alta del capítulo 28 del evangelio de San Mateo los versículos del 18 al 20.
Se deja un momento de silencio para la reflexión personal.

A continuación, el catequista, va llamando por su nombre a cada muchacho, el que es llamado se acerca y dice en voz alta: "Heme aquí, Señor", enciende su vela del cirio y toma un poco de aceite en su mano, lo frota en su cuerpo y aspira su olor. Así, hasta que todos han pasado y van formando un círculo alrededor de la mesa con los signos.

La luz ilumina la obscuridad en que vivimos. El aceite reconforta nuestras lesiones, nos devuelve la fuerza y aromatiza nuestra vida.

Cuando sean confirmados recibirán la luz de Cristo para ser a su vez luz para el mundo. Serán ungidos con el santo crisma para que desprendan el buen olor de Cristo. Entonces su misión de testigos de Cristo en la Iglesia y el mundo dará inicio de una manera plena.

Cantemos con alegría:

"Canción del testigo"


Por Ti, mi Dios, cantando voy la alegría de ser tu testigo, Señor.

Me mandas que cante con toda mi voz.
No sé cómo cantar tu mensaje de amor.
Los hombres me preguntan cuál es mi misión;
les digo: "Testigo soy".

Es fuego tu palabra que mi boca quemó; mis labios ya son llamas y ceniza mi voz; da miedo proclamarte, pero Tú me dices:
"No temas, contigo estoy".

Tu Palabra es una carga que mi espalda dobló; es brasa tu mensaje que mi lengua secó; "Déjate quemar, si quieres alumbrar. No temas, contigo estoy".


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