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Declaración ex-cathedra del dogma de la Asunción de la Virgen María - Papa Pío XII - 1-11-1950 Solemne Proclamación de la Asunción de la Santísima Virgen María. Siervo de Dios Pío XII El 1º de …Más
Declaración ex-cathedra del dogma de la Asunción de la Virgen María - Papa Pío XII - 1-11-1950
Solemne Proclamación de la
Asunción de la Santísima Virgen María.

Siervo de Dios Pío XII
El 1º de Noviembre de 1950, mediante la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, y luego de consultar a todos los obispos del orbe, el siervo de Dios, Papa Pío XII, proclamó solemnemente ser Verdad de Fe la Asunción de la Santísima Virgen María. Así describió aquella imponente ceremonia el padre Antonio Royo Marín O.P.:
"El inmortal pontífice Pío XII, el día 1 de noviembre de 1950, en el atrio exterior de la Basílica Vaticana, rodeado de 36 cardenales, 555 patriarcas, arzobispos y obispos, de gran número de dignatarios eclesiásticos, y de una muchedumbre enardecida de entusiasmo que no bajaba del millón de personas, definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica el dogma de la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo".
Una vez que el Pontífice terminó de pronunciar las solemnes palabras …Más
jahfuentes
Oración que Pío XII compuso exprofeso
para la ocasión de proclamar el Dogma de la Asunción de la Virgen María

“¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los hombres! Nosotros creemos, con todo el fervor de nuestra fe, en vuestra asunción triunfal en alma y cuerpo al cielo, donde sois aclamada Reina por todos los coros de los Ángeles y por toda la legión de los Santos; y nosotros nos unimos …Más
Oración que Pío XII compuso exprofeso
para la ocasión de proclamar el Dogma de la Asunción de la Virgen María


“¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los hombres! Nosotros creemos, con todo el fervor de nuestra fe, en vuestra asunción triunfal en alma y cuerpo al cielo, donde sois aclamada Reina por todos los coros de los Ángeles y por toda la legión de los Santos; y nosotros nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que os ha exaltado sobre todas las demás criaturas, y para ofreceros el aliento de nuestra devoción y de nuestro amor.

Sabemos que vuestra mirada, que maternalmente acariciaba la humanidad humilde y doliente de Jesús en la tierra, se sacia en el cielo a la vista de la humanidad gloriosa de la Sabiduría increada y que la alegría de vuestra alma, al contemplar cara a cara a la adorable Trinidad, hace exultar vuestro Corazón de inefable ternura; y nosotros, pobres pecadores, a quienes el cuerpo hace pesado el vuelo del alma, os suplicamos que purifiquéis nuestros sentidos, a fin de que aprendamos desde la tierra a gozar de Dios, sólo de Dios, en el encanto de las criaturas.

Confiamos que vuestros ojos misericordiosos se inclinen sobre nuestras angustias, sobre nuestras luchas y sobre nuestras flaquezas; que vuestros labios sonrían a nuestras alegrías y a nuestras victorias; que sintáis la voz de Jesús, que os dice de cada uno de nosotros, como de su discípulo amado: Aquí está tu hijo; y nosotros, que os llamamos Madre nuestra, os escogemos, como Juan, para guía, fuerza y consuelo de nuestra vida mortal. Tenemos la vivificante certeza de que vuestros ojos, que han llorado sobre la tierra regada con la Sangre de Jesús, se volverán hacia este mundo, atormentado por la guerra, por las persecuciones y por la opresión de los justos y de los débiles, y entre las tinieblas de este valle de lágrimas esperamos de vuestra celestial luz y de vuestra dulce piedad, alivio para las penas de nuestros corazones y para las pruebas de la Iglesia y de la patria.

Creemos, finalmente, que en la gloria, donde reináis vestida de sol y coronada de estrellas; Vos sois, después de Jesús, el gozo y la alegría de todos los Ángeles, de todos los Santos; y nosotros, desde esta tierra donde somos peregrinos, confortados por la fe en la futura resurrección, volvemos los ojos hacia Vos, vida, dulzura y esperanza nuestra. Atraednos con la suavidad de vuestra voz para mostrarnos un día, después de nuestro destierro, a Jesús, fruto bendito de vuestro seno, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!”


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